Este es mi Blog Personal dedicado a la sexología.
En el se trataran fundamentalmente los conceptos de: sexuación, sexualidad, erótica, amatoria, pareja y procreación; que articulan el Hecho Sexual Humano. Veremos como se viven los mismos desde nuestros modos (hombre o mujer), matices (homosexual o heterosexual) y peculiaridades.
Espero que disfrutéis mucho y poder teneros pronto de vuelta!!

miércoles, 9 de junio de 2010

Medida del pene

Consulta:

¿Cuál es la media del tamaño del pene?


Mi respuesta:

Antes que nada me gustaría darte las gracias por depositar tu confianza en nuestra página de INCISEX, y despejar aquí tus dudas.

En tu consulta nos preguntas “cuál es la medida estándar del pene”, y yo te respondo que “NO HAY una medida estándar, ya que el tamaño de pene normal NO existe, sólo existen tamaños DIFERENTES.”

El pene humano puede presentar una gran variedad de tamaños, formas, colores…, por eso, establecer una medida general para el pene, sería cómo decir “¿cuál es el tamaño medio de la nariz, de los ojos, o de las orejas…? “ y no sabríamos que responder ¿verdad? probablemente alegaríamos sorprendidos: “no sé, hay muchos tamaños y tipos… hay narices más chatas, otras más alargadas, unas más finas, otras más gruesas… también hay ojos con muchas formas, unos más redondos, otros más almendrados, otros más achinados… ¿pero una media?”. A casi nadie se le ocurriría preguntar sobre esto ¿a que no?, sin embargo, la medida del tamaño del pene parece no ser tan evidente. Esto es debido a que durante muchos años se ha consolidado la falsa creencia de que el tamaño del pene está directa o indirectamente relacionado con el nivel de “masculinidad” del hombre, con su capacidad reproductiva, y con su capacidad para dar placer.
El tamaño peneano ha adquirido una sobrecarga de significados erróneos. Esto posiciona a algunos en una situación de vulnerabilidad, inseguridad, y en ocasiones, de desesperación. Por ello, se hace necesario una educación “de los sexos” (que no de “sexo”) de calidad. Con esto, lo que pretendemos es salir del bombardeo constante de mensajes y creencias sin sentido (y sin ningún fundamento educativo), que vamos aprendiendo de modelos que nada tienen que ver con fuentes profesionales.

El mito de que el tamaño del pene está asociado a la “hombría”, o placer de la mujer, ha invadido nuestra sociedad. Absorbidos por este hostigamiento proporcionado por los medios de comunicación, y las películas y novelas de carácter erótico o porno, vamos asumiendo este “ideal” como el único verdadero y real que conocemos. Es decir, legitimizamos estas ideas. Por ello, cuando no alcanzamos las perspectivas impuestas por este mundo ficticio, donde los hombres son musculosos, tienen penes enormes, y proporcionan orgasmos de infarto, nos frustramos y desilusionamos. Con este panorama, muchos de estos hombres corren “desesperados y ansiosos” a medirse el pene, con el fin de saber si están dentro de la “normalidad”. Se informan sobre cuáles son los tamaños “normales”. Sin embargo, no se dan cuenta de que los tamaños “normales” tienen una enorme variación. El tamaño estándar NO existe, al menos en la vida REAL.

Aprovechando la ignorancia que se respira, las campañas publicitarias, motivadas por su afán de lucrarse, hacen eco de los llamados “productos milagro”. Estos productos nos garantizan aumentar nuestro tamaño de pene, mediante: masajes, alargadores, cremas, bombas de vacío…. En definitiva, nada que se sustente por la investigación científica.

Con todo este caos que se ha montado, se hace urgente y FUNDAMENTAL, empezar a poner un poco de orden, y deshacer todo este lío. Para ello, lo primero que vamos a hacer es desmitificar la correlación que existe entre “el tamaño peneano y el placer proporcionado por el mismo”:

La vagina está compuesta por tejidos musculares capaces de contraerse al ser estimulados, por ello, al ser flexible, es capaz de agrandarse tanto como para permitir la salida de un bebé, y “contraerse” tanto como para presionar un dedo o un pene. Por tanto, el grosor del pene, en principio, parece no ser importante.
Respecto a la longitud del pene, podemos decir que la zona más sensible de la mujer se encuentra a unos 3-5 cm. de la entrada del canal vaginal, ya sea hacia adentro de la vagina, o hacia arriba en la posición del clítoris… y los alrededores de los labios de la vulva. Por tanto, la sensibilidad del fondo de la vagina, y de la zona que rodea el cuello uterino, suele ser: escasa o nula. De esta forma, el orgasmo alcanzado mediante el coito es debido a la estimulación en el clítoris, es decir, en la entrada de la vagina.
Teniendo en cuenta esto, podemos afirmar que “cualquier tamaño de pene superior a esta longitud (5 cm) es capaz de satisfacer a la mujer”. “Un pene más grande no proporciona más placer ni al hombre, ni a la mujer”.

Y ahora bien, ¿qué pasa con las terminaciones nerviosas del ano? ¿proporciona el mismo placer en la “penetración anal” un pene de 8 cm y uno de 20 cm?
Si la penetración es anal, el tamaño del pene no influye en el disfrute de la mujer, ya que la zona de placer vía anal se encuentra en los esfínteres del ano, y esta zona no tiene más de 2 cm de profundidad.
En el caso de los hombres, una de las zonas más sensibles (que algunos llaman, tal vez equivocadamente, “punto G”) está a unos 5 cm del ano, rodeando la próstata. Por tanto, sea cual sea la medida del pene durante la penetración anal, podremos dar placer, tanto a la mujer, como al hombre (a través de la estimulación directa de la próstata). “Ambos, pueden dar y obtener placer”

¡Te invito a que reflexiones sobre las posibilidades que nos ofrece la diversidad!

Asumir que no son el pene y la vagina los que tienen encuentros eróticos, podría ser de gran utilidad. Somos nosotros, con nuestras diferencias y peculiaridades, lo que nos hace ser únicos, y por tanto, los protagonistas de nuestra historia.

Si quieres comentar, matizar o consultarnos de nuevo otra pregunta que te surja, será un placer atenderla.

Un fuerte abrazo y… ¡Suerte!

Asesor Incisex:

IRIA

domingo, 6 de junio de 2010

Nunca hay que casarse enamorado

¿Casarse en la fase de enamoramiento?

Casarse en la fase de enamoramiento sería un gran error, ya que es una etapa normalmente temporal, en la cual se producen muchos desequilibrios a nivel emocional (alegría/tristeza). Es la fase de: “cuánto sufrimos, pero cuánto nos queremos”. Normalmente hay una falsa creencia de que estamos enamorados, y de que ese amor va a durar para siempre (debido precisamente a esa intensidad en los sentimientos). Es una fase loca, llena de picos…
Vale, vamos a plantearnos entonces la siguiente pregunta: ¿es prudente decirle a un loco que tome una decisión importante? Sería algo descabellado ¿verdad?... tendría muchas probabilidades de equivocarse. Por ello, toda decisión para que sea acertada (o por lo menos tenga altas probabilidades de serlo) necesita tiempo, reflexión… y esta etapa es la menos propicia para conseguir esto. Por ello, una vez que pasamos este periodo de “enamoramiento”, y lo superamos, llegamos a la fase del amor, que es una etapa más tranquila, más estable, más lineal, y en definitiva, más madura. Aquí ya hemos analizado al “otro”, y somos conscientes de sus defectos y de sus virtudes. Empezamos a vivir una realidad (y no una fantasía). Sabemos los pros y los contras de nuestra relación, pero seguimos queriendo a nuestra pareja, deseándola… entonces nos planteamos: ¿nos casamos?. Para mi juicio sigue siendo una etapa temprana para casarse, creo que sería necesario unos años de convivencia y pasar este periodo de amor de 4 años.



Vale bien, toda esta teoría esta muy bien sobre el momento propicio para casarse, pero ahora me pregunto: ¿por qué casarse? ¿quién da “firmeza” a nuestro amor más qué nosotros mismos? Resulta curioso que un papel trasporte a la pareja a otra fase “más estable”, de hecho, resulta hasta agobiante. ¿Acaso un documento avala la veracidad de nuestro amor?
El amor requiere un compromiso que se cultiva día a día, y no de un día para otro se dice: “mañana nuestro amor va a ser más firme” (resulta cómico el hecho de observar como se utilizan las despedidas de soltero/a para “aprovechar” que todavía no estas comprometido). Cuando hablamos de amor yo entendía que era algo diferente… algo que no necesita demostrar nada al resto de la sociedad. Algo que rompe con las tradiciones de “lo que debemos hacer” , porque se supone que es lo suficientemente inquebrantable para no tener que darle categoría de nada. Pero claro, la sociedad dice: primero estudiamos, luego trabajamos, luego nos enamoramos, entonces nos casamos, tenemos hijos… y así sucesivamente… no paran de dirigir nuestras vidas, hasta nuestro amor, que es lo más preciado que tenemos: “ya estas enamorado ¿no? ahora tienes que casarte, y por supuesto… hasta que la muerte os separe eh! resulta romántico, pero la realidad es muy distinta.
Me hace gracia toda esa masa autodirigida, sin libertad… que no es capaz de hacerse la pregunta quizá más importante de la vida de toda persona: ¿POR QUÉ?... supongo que cada cual tiene sus razones para tomar sus decisiones (sean estas “banales” o no) y yo no soy nadie para juzgar su forma de vivir su amor y su vida, aunque discrepe de algunos aspectos que yo considero “hipócritas”.



Dicho esto, me gustaría aportar mi propia teoría sobre este complejo entramado llamado “amor” , y partiendo siempre del hecho de que hablamos de PERSONAS, y con ello quiero dejar implícito que somos seres complejos, donde lo que le influye y vale para uno, no es válido para otro. Por ello, mi “teoría” se queda coja cuando tratamos con individuos, ya que soy consciente de la historia de vida personal de cada uno, y de los diversos factores que repercuten en ella. Una vez tenido en cuenta esto, procederé a mi exposición:
A lo largo de nuestra vida nos vamos creando “modelos de amor” diferentes, esto sucede porque EVOLUCIONAMOS. Si esto es así, y nosotros vamos cambiando, también lo harán nuestras necesidades, intereses, inquietudes… ¿cierto? entonces las cosas que necesitamos o nos llenan ahora, no serán las mismas que hace unos años. Esta evolución se produce cada “x” años (en unos antes y en otros después). Durante ese proceso de renovación continua nos damos cuenta que necesitamos nuevas cosas, que las de atrás se quedaron “incompletas”… y ahí estaría nuestra pareja para cumplir la función de “maestro de formación permanente”, es decir, la de adaptarse y “llenar” nuestras nuevas necesidades… para así seguir estando en el “mercado” del amor. ¿cuándo viene el problema y hay amenaza de “paro” (ruptura)? Cuando esa persona no es capaz de adaptarse a los nuevos modelos de amor que necesitamos, debido probablemente a que él/ella está evolucionando de una forma diferente a la nuestra, por ello, difícilmente va a “llenar” mis necesidades. Esto quedaría parcialmente reflejado en la frase: “el amor es andar los dos en la misma dirección”. Si uno de los dos se desvía y deja de ir por mi camino, las cosas que compartiremos y en las que nos podamos complementar, serán excasas o nulas. También puede suceder que solo nos desviemos un tiempo por otro camino, pero que luego nos volvamos a encontrar y compartamos de nuevo todo lo que necesitamos del… “otro”. Pero nunca hay que olvidar que hemos recorrido camino, que hemos evolucionado, por eso esa persona ahora tiene un nuevo reto: cubrir esos “nuevos intereses”. Si esto no es así, no nos quedará más remedio que seguir andando, dejando atrás a nuestra pareja, para encontrar a esa otra persona que se adapte a lo que yo reclamo… “mi proyecto de vida ahora es diferente y lo que yo ahora necesito tú no me lo puedes dar”…
Sigo caminando y tengo sed, mucha sed, necesito que alguien me calme esa sed… quiero que llegue una persona y LLENE ese vaso de agua que quedo vacío, ese que tú ya nunca me llenas… Te olvidaste de llenarme todos los días el vaso, de dejarlo junto a mi cama esas noches de sequía…

Si echamos la vista atrás en nuestro camino y nos situamos, por ejemplo, en la etapa de la adolescencia, seguramente recordaremos a ese chico ideal del que nos enamoramos, con el que nos emocionábamos, ilusionábamos… pero si volvemos de nuevo a la etapa adulta , seguramente el amor que necesito dista mucho del de aquella época… ¿por qué? porque he evolucionado. (Si mi amor de juventud no evoluciona según mis nuevos gustos difícilmente me interesará).

Ahora me gustaría poner un ejemplo para intentar explicar esto:
A un niño le regalan un juego de ordenador, es un juego alucinante, lleno de misterios, de metas… y el chico lo coge con entusiasmo, no se despega de el… está intrigado. Pero transcurren unos años ¿y qué pasa? que el juego se está quedando “atrasado” y en el mercado hay nuevos juegos que le podrían interesar mucho… Sin embargo, al viejo juego le ha cogido cariño y le cuesta deshacerse de él. Pero el niño, que ya tiene otra mentalidad más avanzada, se da cuenta que necesita un juego más complejo, que ese ya no le llena. ¿Cuáles son las posibles soluciones? Quedarnos con los dos, comprar un nuevo juego acorde a sus características, haber ido evolucionando el antiguo juego o… conformarnos con el antiguo juego viejo y aburrido.

Heterosexualización

Nuestra complicidad en la heterosexualización...

Esta claro el hecho de que la sociedad influye en nuestra sexualidad, esto implica, por tanto, nuestro aprendizaje en el deseo hacia personas del mismo sexo o contrario, según la sociedad sea heterosexualizadora o no. Si echamos la vista atrás , veremos como los guerreros Azande (en el norte del Congo) se casaban rutinariamente con jóvenes muchachos que servían como esposas temporales, o como las mujeres en Lesotho establecían relaciones socialmente aceptadas (motsoalle). Podemos también nombrar en este tipo de relaciones homosexuales a los griegos, donde era considerado normal que un muchacho (entre la pubertad y el crecimiento de la barba) fuera el amante de un hombre mayor, el cual se ocupaba de la educación política, social, científica y moral del amado... La máxima griega veía a la mujer con fines de reproducción, y al hombre como elemento de placer. Casos como este y los anteriores, se pueden ver también en la Antigua Roma y numerosas tribus.



El fin de que nuestra sociedad sea heterosexualizadora, tiene sobretodo su base en la "perpetuación de la especie". No interesa personas homosexuales, y menos si estas no son heterosexualizadoras. De ahí que se les obligue a asumir este tipo de educación con sus hijos, temiendo por su condición de "homosexuales" y "peligrosos" modelos paternos que pueden ser para sus hijos (aprendizaje por imitación, donde los niños tomarían el modelo de conducta de los padres como referente).
Si a este aspecto le sumamos la escasa tasa de natalidad que hay actualmente (la media de hijos oscila sobre el 1,5) con el hecho de "ser homosexual" ,estaríamos ante una grave problema. Es por ello, que a la sociedad le interesa seres heterosexualizadores, trasmitiendo ésta en la publicidad, en la educación escolar, en los cuentos, etc .
Ahora bien, nosotros como seres humanos insertos en una sociedad, y por tanto , influida por ella (queramos o no), somos cómplices (puede ser que seamos también víctimas de ella..
no voy a debatir ese aspecto) en el proceso de heterosexualización. Aunque pensemos que no somos responsables, lo somos incoscientemente desde el momento que leemos a nuestro hermano/a pequeño un cuento donde los protagonistas son "un principe" y una "princesa". Simplemente en este acto, estamos enseñando, al igual que la sociedad, a desear de manera que a ese niño o niña le interese otra persona de sexo distinto. Quiero decir con este ejemplo, que tanto padres, como hermanos, profesores, etc somos parte del proceso de heterosexualización.


(*) al explicar cómo influye la sociedad en la homosexualidad o heterosexualidad de las personas, no elimino con ello a las teorías biológicas que hablan de cierta genética predisponente.

Dos semanas sin mi sexo

“Los seres redondos estaban tan hinchados de orgullo, que ni siquiera les cabía el amor”. No fue hasta el momento en el que Zeus les cortó, cuando tuvieron sexo, y por tanto, amor.

UN SER REDONDO

Relatando mi infierno…

DIARIO DE… (ni siquiera me puedo identificar, ya que mi no-sexo nunca me dio la opción de la distinción)

“iba caminando y caminando y no encontraba nadie a quien admirar, nadie que me enseñara, puesto que mi egocentrismo creía saberlo todo. Me creía tan completo que ni siquiera conocía el amor, pensaba que no lo necesitaba. A veces me preguntaba cómo sería mi vida con sexo”

Me presento:
Soy cualquiera de ellos, soy un número más. Soy esa bola de una bonoloto que todavía espera su suerte, la bola de billar que añora meterse en el agujero para dejar de jugar. Soy todos y nadie.

No tengo nombre, no soy hombre, tampoco una mujer. Siento que me faltan argumentos para definirme, todavía no he encontrado aquello que me diferenciara. Dicen que tengo ojos, pero siempre están secos, son incapaces de llorar…mi boca incapaz de soltar una carcajada… mi cerebro incapaz de soñar…mi cuerpo incapaz de sentir la emoción de una caricia.

Simbolizo la no-comunicación… el cuerpo silencioso e inmóvil que no se expresa, que no habla, que no siente…

Soy la sombra que no cesa, que no tiene vida, el reflejo de cualquiera, el reflejo de la no vida… Soy esa roca que no siente dolor, la isla que siempre está sola y “dormida”…


Suena el despertador como cada mañana, y el canto del gallo me recuerda que me tengo que levantar para hacer mi labor, pero… ¿trabajar para qué? ¿para quién?... es en ese momento cuando recuerdo el motivo: soy un ser vivo que tiene que comer.

Apático y vacio, inmensamente vacío, me dirijo a desempeñar mi faena. Allí me encuentro con otros seres redondos, pero ninguno me mira… de nuevo nadie se percata de mi presencia. Al igual que ellos yo también me dispongo a hacer mi tarea, que ya esta asignada… y minuto tras minuto voy colocando una y otra vez la misma pieza, y así sucesivamente… identificándome cada vez más con esa hormiga que tiene bien definida su función y que cumple escrupulosamente a lo largo de su vida… es entonces cuando me cuestiono ¿quién me robó mi creación, mi ingenio.. mi sexo? ahora solo soy un mecanismo que come, trabaja, duerme…

Termino mi jornada, y de nuevo el impulso de lo conocido me trae de vuelta a casa. De camino a mi hogar me doy cuenta de que nuestra especie no se da la mano al andar, ni siquiera camina junta. Somos seres independientes que nunca nos paramos a observar al otro, cada uno de nosotros andamos por un camino, caminos que nunca se juntan…

Intento imaginar un futuro distinto, pero me doy cuenta de que ya no tengo imaginación, ni de que puedo concebir el futuro… solo vivo el presente como un naufrago a la deriva aguardando ser rescatado, como un gusano en espera de convertirse en mariposa…

El sexo me arrebató la libertad y ahora solo soy un preso con un número que quiere ver la luz , un alma encarcelada que no se manifiesta… me reflejo en el agua, un agua encerrada en una botella que no está llena ni vacía… que no tiene color, que no tiene olor..

Me doy cuenta que sigo sin sentir la emoción de un susurro, la palpitación de un corazón ilusionado…

Voy y vengo como el redondo péndulo de un reloj, pasa el tiempo, pero todo sigue igual, solo estoy yo, solitario como siempre, sumergido en un mecanismo que propulsa mi movimiento. Así son mis días, fríos y silenciosos, como una luna llena en espera de ser cortada, como el frio hielo añorando evaporarse…

Llevo dos semanas andando sin rumbo, sin esperanzas, sin ilusiones. En ocasiones me encuentro a seres como yo, pero ni siquiera nos miramos, de hecho creo que hasta me molestan. Nada ni nadie me interesa excepto yo, solo yo y mi egocentrismo.


“…soy ese que no se distingue por nada… el reflejo de cada uno de esos seres redondos de mi especie…”


Esta es mi no vida


Por:

IRIA SÁNCHEZ

Los seres redondos (o cortados)

¿Sabes de dónde viene la expresión "mi media naranja"?



Se remonta a uno de los textos de la literatura griega “El banquete” (Platón)
Aristófanes explica un mito sobre la naturaleza humana, y con ello, sobre el origen del amor. Cuenta que al principio de todo había tres sexos en las personas (y no dos como ahora), estos eran: el masculino (descendiente del sol), el femenino (descendiente de la tierra) y el andrógino, que participaba de ambos (y por ello, descendiente de la luna).....
La forma de estas personas era redonda y tenían: 4 manos, 4 pies.., dos rostros iguales en cada lado de la cabeza, dos orejas y dos órganos sexuales. Caminaban recto en cualquiera de las dos direcciones, y para correr giraban dando vueltas sobre sus ocho miembros. Estos hombres de cuerpos esféricos, sintiéndose fuertes y con mucho orgullo, conspiraron contra los dioses e intentaron subir hasta el cielo para atacarlos. Zeus, viendo esto, decidió cortarlos por la mitad para hacerlos más débiles y numerosos. De esta forma, cada persona andaría recta sobre dos piernas. Tras la sexuación, Zeus mandó a Apolo a curar sus heridas. Apolo cosió las carnes colgantes y las anudó en ese punto que llamamos ombligo; luego le dio vuelta al rostro para que los hombres tuviesen siempre a la vista la cicatriz, y recordaran el castigo. ....
Añorando cada uno su mitad, hacían esfuerzos para buscarla. Una vez que la encontraban se abrazaban y morían de hambre por no querer separarse nunca más de ella. Compadeciéndose entonces Zeus, traslada sus órganos genitales hacia la parte delantera, pues hasta entonces los tenían por fuera, y engendraban en la tierra. De esta manera, consiguió que tuviera lugar la generación en ellos mismos, para que de esta forma si en el abrazo se encontraba un hombre con una mujer, engendraran, y siguiera existiendo la especie humana. ....
Desde entonces todos estamos destinados a buscar a la media mitad que perdimos para “completarnos”: los andróginos a su mitad hombre o mujer, los que son sección de mujer se inclinan más a las mujeres, y de ahí que surga el género de la “homosexualidad femenina” ,y los que son sección de varón, aman a los varones.....

Sexo deriva del latín “secare”, que significa: “cortar”, “dividir”, “separar”. Podemos aplicar esta terminología, por tanto, al mito que narró Aristófanes en el cual Zeus “cortó” a estos seres humanos esféricos en dos. En esta leyenda se pone de manifiesto como el sexo es el origen del amor.....
E-mail: neira_bgirl@hotmail.com

Sobre mi

Iria Sánchez

Datos personales

  • Sexo: Mujer
  • Edad: 23 años
  • Nacionalidad: Española
  • Sector: Sexología, Educación
  • Estudios:
Diplomatura en Educación Social (2005-2008)
Máster en Sexología. Educación y Asesoramiento Sexual (Instituto de Ciencias Sexológicas de Madrid) (2008- actualmente)
  • E-mail:neira_bgirl@hotmail.com

Intereses

Primera vez


Consulta:


Yo soy virgen y mi chico lo sabe así que nos tomamos las cosas con calma, pero tenemos muchas ganas de hacer el amor y cuando nos ponemos a ello noto que las cosas no van del todo bien. Cuando empezamos a ponernos en situación creo que no soy capaz de "ponerle" lo suficiente, me quedo bastante parada, no porque no quiera tocarle, es que no se muy bien que hacer... Y bueno cuando intento introducir su pene en mi vagina, no hay manera... no es que me duela, es que creo que ni siquiera entra un poco, pero tampoco es porque este nerviosa porque con el estoy muy a gusto... No se, necesito que alguien me aconseje: cómo consigo excitarle lo suficiente para que podamos intentar la penetración sin que su pene se ablande y como me coloco o que hago para meterlo dentro.
Anteriormente había tenido un par de intentos con dos chicos con los que no tenía tanta confianza como con este, pero me pasó exactamente lo mismo...

Un saludo. Gracias


Mi respuesta:

Antes que nada me gustaría darte las gracias por depositar tu confianza en nuestra página de INCISEX, y despejar aquí tus dudas.

En tu pregunta nos dices que te encuentras desorientada sobre qué cosas hacer para excitarle, e impedir que su pene se “ablande”. Respecto a este punto, me gustaría comentarte algo: cualquier experiencia nueva requiere cierta dosis de incertidumbre, de desconocimiento. Por ello, haberte animado a preguntar, podría ser un buen medio para esclarecer tus dudas y aumentar tu conocimiento sobre este aspecto. Te felicito. Acerca de tu consulta sobre “cómo excitarle”, sólo puedo darte algunos consejos generales sobre formas de conseguir la “excitación” y/o erección del pene. Esto es debido a que la excitación se puede producir de muchas formas (mediante la masturbación, también con miradas, caricias, besos, tocamientos, roces… objetos) Y a uno le valdrán unas, y a otro otras, por consiguiente, al ser cada persona diferente, y por tanto, única, se excitará de formas distintas también. Esta idea de diversidad os puede dar mucho juego, ya que ambos podréis actuar como “detectives”, y descubrir qué es lo que más le gusta y excita al otro. ¡Os animo a que juguéis y encontréis esas pistas que ambos tenéis escondidas! Para ello, podréis utilizar vuestra boca, manos, cuerpo, olfato, gusto… ¡y todo aquello que se os ocurra! La masturbación, los besos, caricias, masajes y demás juegos eróticos, pueden ser una buena forma de conoceros mejor, y uno de los posibles caminos para llegar más fácilmente al coito o a la introducción de la vagina en el pene (o viceversa), ya que estos ejercicios suelen favorecer que el pene se erecte, la vagina se lubrique, y por consiguiente, que la penetración sea más fácil. Puede pasar, que si durante estos juegos eróticos, se hacen pausas que desconcentren y deseroticen al hombre, éste pierda su erección (en el caso de lograrla), y se le ponga “blanda” (como tú comentas). Por ello, para que una erección se mantenga de forma duradera, generalmente, precisa de un estímulo continuado.

Aparte de lo expuesto anteriormente, podría ser de mucha utilidad tomar conciencia de nosotros mismos y de nuestro cuerpo: cómo se ve y cómo responde a los diferentes tipos de estimulación, cómo es la vagina y el clítoris y dónde se encuentran, cuáles son las zonas más sensibles de tu cuerpo, cómo nos gusta que sean acariciadas, cómo es el aparato reproductor masculino, qué olores y sabores nos gustan, que cosas nos gustan ver, etc. Reconocer que somos sujetos sexuados con sentimientos, emociones y fantasías eróticas implica analizarnos como tales, y disfrutar más y mejor. Tener un autoconocimiento de nuestro cuerpo, y por tanto, conocer la vagina y su lugar de entrada, orificio vaginal (que no anal ni urinario), podría facilitar la introducción del pene en la misma.

Respecto a la postura más adecuada para realizar el coito (penetración vaginal), una buena recomendación podría ser la “postura a horcajadas”, es decir, ella sentada encima del hombre. De esta forma, ella podría coger el pene e introducirlo en la entrada de su vagina. Podría ser de gran ayuda que antes de la penetración, ella localizara dicha entrada, para así favorecer la entrada del pene en la misma.
Con esta postura, podrás ser tú la que lleve en todo momento el control sobre la penetración, pudiendo dirigir los movimientos y la velocidad que más se adecue a tu ritmo.


En el caso de que no desees quedarte embarazada, los preservativos (previene tanto el embarazo como las infecciones de transmisión genital) y otros métodos anticonceptivos como: la píldora, el DIU, los parches… pueden evitarlo. Tu médico puede ayudarte o ayudaros a elegir el método que más se adapte a vuestro caso.

“Hacer el amor” (que no es lo mismo que “penetración”) es un nuevo juego, cuánto más jugamos a el y más trucos conocemos, más controlamos y sabemos sobre el mismo… ¿no? Os invito a ambos a que naveguéis por este apasionante mundo… Vuestra colaboración y trabajo en equipo puede ser de gran utilidad a la hora de superar estos obstáculos que comentabas. ¡Buen Viaje!

Si quieres o queréis comentar, matizar o consultarnos de nuevo otra pregunta que os surja, será un placer atenderla.

Un fuerte abrazo y… ¡Mucha Suerte!

Asesor Incisex:

IRIA